jueves, 30 de diciembre de 2010

Un nuevo año hacia la nueva Conciencia

Una gota más...

Por más diminuta que parezca, cada gota de conciencia, que se suma, expande y eleva la vibración planetaria.

Unas tras otras, las gotas van cayendo. Nada parece transformarse. El goteo es casi imperceptible. El cansancio y la desolación dicen presente. El paisaje desértico de esperanzas crea la falsa ilusión de que nada va a cambiar. El vacío interior se agiganta. Las gotas siguen cayendo, expanden su vibración. La mente sostiene que todo está perdido. El corazón no se deja engañar, escucha cómo las gotas continúan brotando y ríe de felicidad. Su sabiduría le anuncia que el río está emergiendo. Libera sus compuertas. Ayuda a que el agua corra. Suma para que el río de la conciencia espiritual irrumpa en todo su esplendor.

Las gotas son todas aquellas cosas que nos ayudan a ser más humanos y nos permiten armonizar con la existencia. Los buenos actos son gotas. Las caricias son gotas. Los pensamientos positivos son gotas. Los abrazos, las palabras de aliento, los rostros felices. Gotas... Las acciones conscientes, las oraciones, las meditaciones, la ayuda desinteresada, los gestos de sensibilidad. Gotas... El saber compartir, aprender a valorar, el respeto por uno mismo. Gotas... La fe, la humildad, la confianza, la esperanza, el amor. Gotas... Todas son gotas que reflejan una nueva humanidad. Son gotas que acrecientan y vivifican el río de la conciencia espiritual que está transformando la vibración del planeta.

El futuro nace del presente. Nuestras decisiones co-crean. Si sólo sembramos discordia, odio, pesimismo, sufrimiento y frustración ¿qué cree que cosecharemos? Sus gotas, aunque parezcan simples, aunque las perciba insignificantes o débiles, hacen la diferencia. Son como semillas de luz que transforman y ayudan a que el futuro no se manifieste desalmado.

Fluir con esta corriente, que conduce al océano de la existencia, entraña desafíos que nos permiten crecer y nos impulsan a continuar evolucionando. Implica aventurarse en terrenos desconocidos. El río nos invita a desaprender para seguir aprendiendo, porque sólo lo que se vacía puede volver a llenarse. Sus piedras no son dificultades, sino oportunidades disfrazadas que nos ayudan a elevar.

No permitas que estas frases queden sólo en el plano mental. Tírate al agua. Abre su corazón. Arriésgate Cuando te sumerjas en este río de conciencia verás cómo las vivencias se transforman en maestras multidimensionales que te ayudarán a experimentar una realidad que transformará tu vida.

Existen innumerables formas de contribuir a que este incipiente caudal se torne aún más cristalino. Si nos animamos a reconocer nuestro lado más oscuro, si trascendemos nuestras limitaciones y transmutamos los miedos que nos mantienen cautivos ya estamos ayudando. Lo mismo si ponemos conciencia en cada uno de nuestros actos y desplegamos, sin reservas, nuestro potencial para materializar una realidad que esté acorde con lo más puro de nuestro ser.

¿Por qué te preocupas tanto? Hagas lo que hagas, los demás siempre hablarán. Ellos no son enemigos, son maestros que nos impulsan a trascender la careta social. ¡Vamos, rómpela! ¡Tírala! Deja que tu ser interno te guíe y te instruya. Escucha la voz que emana desde el centro de tu pecho. Sigue sus consejos, son inmaculados. No importa que algunas personas se te rían en la cara y te desacrediten. Muchos disfrazan de ese modo el temor que les provoca el cambio.

Vamos... anímate. Jugá. Soltate. Disfrutá.  Recuperá tu inocencia. Mirá a la vida con ojos nuevos. Explorá tu interior. Conocete. Restablece tu vínculo con la naturaleza. Alivianá tu mochila. Expandí tu divinidad. Despiertá. Redescubrí tu magia interna. Equilibrate Ayudate a cambiar. Permitite soñar. Sacale el polvo a tus talentos. Multiplicá tus dones. Respetá tu sentir. ¡Viví! Empezá a sanar.

Prestá atención. Sentí cómo el río de la conciencia late con cada pensamiento de luz que recorre tu cuerpo. El agua renueva y purifica. Inhalá su perfume, es pulsión de vida. Observá con el corazón y comprobarás que no existen las divisiones. Somos Uno. El río se compone de millones y millones de gotas que danzan en la unidad, más allá de todo ego.

Vamos… transformá tu desierto. No dejes que sus gotas se esfumen bajo el sol abrasador de la indiferencia y el desgano. Vertilas en el río de la existencia. Cerrá tus ojos y facilitá que el murmullo de las aguas guíe tus pasos. Descubrí que nunca puedes encontrar afuera lo que siempre estuvo dentro. Sí, ya lo sabías, es cierto. Simplemente lo habías olvidado, el río está en tu interior. Permite que el agua corra. Derrumbá sus compuertas. No temas. Abrí tu corazón de par en par, para que el agua penetre y lave sus heridas. Renazce. La existencia, agradecida: una gota más. 








Julio Andrés Pagano